Voy a describir un poco todo el proceso:
-Llego al hospital de Sant Joan sobre las 10:00h y en recepción me atiende una chica que me da una pulsera de papel con mi nombre, edad y sexo y unas 10 etiquetas adhesivas en una hoja DinA5 con todos mis datos.
-Después de aproximádamente 5 minutos en la sala de espera me avisan por megafonía para que me acerque a la sala de triaje siguiendo la línea azul, donde me espera una mujer muy simpática a la que le vuelvo a explicar lo que me sucede, me coloca la pulsera en la muñeca derecha y me deriva al médico especialista en consultas externas, es decir, fuera de urgencias. Antes de irme me entrega el informe de valoración que le tengo que entregar al médico, observo que en dicho informe indica que son las 14:30h aprox. No está mal sabiendo que son las 10 y poco.
-Llego a consultas externas y el médico me está esperando, le entrego el informe de valoración y le vuelvo a explicar lo sucedido. En unos 15-20 minutos me soluciona el problema, me extiende una receta, y utiliza una de las etiquetas y se queda todas las que sobran.
No me puedo quejar, en una media hora ya salia del hospital, pero me persigue la mosca con eso de las etiquetas y la pulsera. Con los recortes que hay en sanidad, cierran quirófanos, centros de asistencia primaria, plantas enteras de los hospitales, y me dan unas etiquetas que han acabado en la basura y una pulsera inútil, pues no me he quedado en urgencias ni me han ingresado.
Vale que el coste de esto es de solo unos céntimos de euro, a los que hay que añadir los del toner de la impresora y si nos ponemos muy quisquillosos, también podríamos contar el coste eléctrico. Pero si empezamos a sumar pulseritas, etiquetas y cartuchos de toner que se gastan inutilmente en todos los centros sanitarios catalanes, se podría volver a abrir algún quirófano.
La pulserita de los cojones
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